La Prehistoria en Ronda

La presencia humana más antigua documentada en Ronda se remonta al Neolítico y a la temprana Edad del Cobre (V – IV milenios a.C.), y se localiza en el actual barrio de la Ciudad. Para estas primeras fechas de la ocupación humana de Ronda, contamos, desde el punto de vista arqueológico, sólo con restos de útiles líticos y cerámicos desplazados del lugar original de depósito, entre los intersticios de la roca madre. Restos que nos permiten vislumbrar un asentamiento al aire libre de tipo estacional, relacionado con períodos de caza y recolección, muy característico de estos momentos.

Pero si queremos hablar en términos de hábitat perdurable y estable este hecho no se produce hasta finales de la Edad del Cobre e inicios de la del Bronce, y que en el caso de Ronda situamos alrededor del III – II milenio a.C.

Respecto al modelo de hábitat utilizado por estas poblaciones se conoce muy poco, ya que los escasos restos que han podido aislarse se concentran en los frentes de las superficies irregulares escalonadas y las oquedades de la molasa calcárea que ocupa la parte alta y los bordes de la meseta. Esas irregularidades son aprovechadas como base donde se apoyarían las paredes de chozas realizadas con materiales orgánicos perecederos, madera y ramaje, de los que nos queda constancia en las improntas que dejó la materia vegetal en las pellas de barro, restos del manteado que recubrió e impermeabilizó las cabañas, además de los restos de carbón, fruto de la combustión de los vegetales de las estructuras y su recubrimiento.

En cuanto a la organización que presentó el poblado éste tendría una disposición escalonada adaptándose a la pendiente natural del terreno, encontrando grupos reducidos de cabañas a distintos niveles.

La extensión del poblado parece ser importante. Se debe tener presente que por cada pequeña concentración de cabañas existirían grandes espacios como para compaginar la finalidad doméstica con las tareas de pastoreo y artesanales que debieron desarrollar estos grupos humanos, y de las que tenemos documentadas algunas, como aquellas relacionadas con una incipiente transformación de mineral de cobre o con el pulimentado de útiles de piedra.

Vinculada al poblado estaría la necrópolis megalítica de La Planilla, formada por varias tumbas colectivas o dólmenes. Esta necrópolis podría pertenecer a los ocupantes del asentamiento del III milenio a. C., aunque las tumbas también muestran una continuidad de uso en el II milenio. Por tanto la imagen que presentaría el cerro al que hoy llamamos barrio de La Ciudad, estaría presidida por el bosque mediterráneo y en claros abiertos en él, se dispondrían estas agrupaciones de cabañas, correspondientes a un poblado de larga perduración y carácter semiestable, al menos en los primeros momentos del periodo, con características similares a las que se darían en la vecina Ronda la Vieja (Acinipo).