Yacimientos

Yacimiento Arqueológico de Acinipo

El yacimiento arqueológico de Acinipo se ubica en una gran mesa caliza de origen terciario, con una altitud media de unos 950 m.s.n.m.

Aunque a la “Mesa de Ronda La Vieja”, que es como se llama el lugar, se la conozca por su topónimo romano, no hay que olvidar que, aparte de esta fase cultural, el yacimiento alberga una importante secuencia histórica que abarca desde el Neolítico hasta el final del mundo clásico, con notables restos prehistóricos y protohistóricos.

Los hallazgos más antiguos se remontan al Neolítico y sobre todo a la Edad del Cobre, inscribiéndose así en una amplia lista de asentamientos relacionados con la gran concentración de necrópolis megalíticas que se documentan en la depresión, algunas muy próximas a éste emplazamiento.

Tras ésta fase cultural, se superpone un paquete de niveles correspondientes a la Edad del Bronce. Un “hiatus” cultural divide este periodo de otros niveles correspondientes al Bronce Final, sin importaciones coloniales que podrían abarcar los primeros siglos del primer milenio antes de Cristo. Los niveles siguientes se asocian a las primeras estructuras bien conocidas, ya que aparecieron definidas en su totalidad en la amplia extensión excavada. Estas construcciones con sus correspondientes materiales pueden datarse en un Bronce Final Reciente, pertenecientes al siglo VIII a.C.; pues junto al material que podríamos considerar típico del Bronce Final aparece otro procedente de importaciones de filiación fenicia.

La excavación de un total de cinco cabañas contemporáneas del citado periodo, nos ha permitido estudiar, dentro del ámbito del sur peninsular, tanto las estructuras de habitación en sí, como su posible ordenación en el marco de una planificación del territorio. De su estudio hemos podido concluir que la vivienda del Bronce Final, representada por cabañas circulares u ovales propias de una sociedad prehistórica, se fue evolucionando hacia plantas rectangulares, aunque sin cambiar su funcionalidad, para pasar a unas estructuras domésticas formadas por habitaciones aglutinadas y con una clara ordenación urbana.

Esta evolución es fruto de las transformaciones sociales y económicas que provocan el establecimiento de factorías fenicias en las costas mediterráneas del sur peninsular y que provocaran una progresiva transformación en el modelo de casa y urbanismo propio de la protohistoria, lo que se refleja ya con mayor claridad en el mundo ibérico.

Tras esta fase protohistórica se produce un abandono de la mesa que no volverá a ocuparse hasta época ibérica.

Los factores que intervinieron y condicionaron la definitiva ubicación del yacimiento de Acinipo en el sitio actual son múltiples. Por una parte, como se ha señalado, la prominencia de la meseta como uno de los puntos más altos de la depresión en la que se enmarca, le confirió un claro valor estratégico. Por otra, el enclave romano de Acinipo se encuentra en una zona de fácil comunicación con otras áreas de la provincia Bética. Los accesos al valle del Guadalquivir, a la costa gaditana y al rosario de depresiones que conforman el surco intrabético son bien apreciables, lo que le permitió cómodos contactos y relaciones comerciales con otras zonas, según se desprende de los hallazgos numismáticos. Otro factor decisivo en la ubicación de la ciudad fue la disposición de tierras potencialmente fértiles para uso agrícola.

De la ciudad romana, sobre la que sólo conocemos hitos puntuales, lo hecho hasta ahora permite conocer el buen estado de conservación del urbanismo, constituido por edificaciones dispuestas en terrazas escalonadas, que salvan la acusada pendiente natural de la meseta donde se ubicaron. De las viviendas privadas romanas, junto a la entrada, se ha podido excavar parte de dos viviendas contiguas. Se trata de típicas casas de atrium, con varias habitaciones en torno a un patio con una pequeña alberca para la recogida de aguas de lluvia. Estas habitaciones están estucadas y pintadas con colores rojos, verdes, amarillos, formando motivos geométricos, solerías de ladrillos o de opus, una especie de mortero romano. Las casas continuaban hacia el interior de la meseta quizás en torno a otro patio peristilo, que no ha sido documentado.

El sistema defensivo que rodea toda la parte accesible de la ciudad es visible en superficie, del que se conservan lienzos de murallas ciclópeas, con torres circulares y cuadradas, observables en la ladera oriental de la mesa de Ronda la Vieja. En este mismo sentido, es posible observar la puerta monumental sur de la ciudad, que se conserva en relativo buen estado de conservación. Como corresponde a todas las ciudades romanas, las necrópolis se sitúan junto a las puertas principales de la ciudad, en las laderas sur y nororiental.

No es mucho lo que se conoce de la evolución urbana de la Acinipo romana, ni de la desaparición de la ciudad, puesto que las excavaciones en la trama urbana han sido muy limitadas y, en su mayor parte, las escasas intervenciones permanecen sin publicar. Así pues, la historia de Acinipo bajo imperial y tardorromana se ha basado exclusivamente en los datos aportados por los hallazgos arqueológicos de superficie, en especial los epigráficos, numismáticos y de otros restos arqueológicos, como cerámicas y las escasas estructuras construidas documentadas.

Las excavaciones arqueológicas desarrolladas hasta el momento en las termas y en lo que parece una domus, ubicadas en el borde bajo de la zona central de la "mesa" de Ronda la Vieja, respectivamente, en algunas casas latinas, situadas en la meseta oriental, y en el propio teatro, muestran que el momento álgido de la ciudad correspondió con la etapa Alto Imperial, siglos I y II d. C., que supone la máxima extensión de la ciudad clásica. Sin embargo, esa extensión no parece pervivir demasiado, pues ya en el siglo III son evidentes los signos del comienzo de un decaimiento que culminará con la desaparición total de la misma. De hecho, puede decirse que el uso de teatro y las termas, edificios públicos mejor conocidos, junto a los aledaños al foro y otros edificios públicos, como materialización de los símbolos ciudadanos y del poder ideológico romano, construidos, como una operación propagandista de la romanización, sobre el solar del oppidum ibérico situado en la misma "mesa" de Ronda la Vieja, no debieron sobrepasar el siglo III d. C. El abandono de tales edificaciones no significó la inmediata desaparición de la ciudad, puesto que permanecieron como ruinas utilizadas de forma diversa: refugio, canteras de material de construcción o solar de nuevas construcciones domésticas. A su vez, coincidiendo con el abandono de los edificios públicos, se rehacen las viviendas latinas construidas en el siglo I, que son totalmente modificadas y replanteadas, tras diversas reestructuraciones parciales realizadas a lo largo de los primeros siglos de nuestra era, que respetaron siempre la disposición original de estas viviendas romanas.

Todo ello parece apuntar, desde el punto de vista arqueológico, que Acinipo entra en una fase de crisis, que coincide con lo que los historiadores de la antigüedad señalan como una crisis generalizada en la vida urbana de todo el imperio romano, pero que la investigación más reciente hace inscribir en la readaptación de la vida urbana en función de las nuevas relaciones sociales de producción que se dan en el imperio. De hecho, lo que parece reflejarse en Acinipo, es un retraimiento del solar ciudadano, que determinará un cambio en el carácter y función de algunos espacios, hasta entonces reservados exclusivamente a infraestructuras públicas o a ámbitos domésticos. Por tanto la ciudad no desaparece, sino que cambia su fisionomía.

Por lo que respecta a la cuidad de Acinipo, la pervivencia de la vida ciudadana, queda atestiguada por materiales arqueológicos que nos proporcionan fechas, a través de la existencia de monedas y cerámicas, del siglo III y IV d. C., encontradas en las reestructuraciones de las casas y dispersas por la superficie de la "mesa". Pero no sabemos cuál sería la verdadera articulación de la estructura política y administrativa, aunque un dato procedente de las fuentes escritas viene a demostrar que esa articulación ha ido desplazándose hacia la nueva religión, el cristianismo, pues se sabe que en el Concilio de Elvira (Granada), a finales del siglo IV, entre los representantes acreditados podemos ver la existencia de un enviado de Acinipo, el presbítero León, lo que permite suponer que la población residual de la ciudad todavía continua representando a toda la población cristianizada de la zona, y que eso es el reflejo de su pasado y no la consecuencia de su presente, como ocurrió durante la etapa de la ceca para la emisión de moneda o durante la etapa de construcción de los grandes edificios públicos como teatro, anfiteatro, termas, etc. Por ello, cabe suponer que ya Acinipo no era el centro real del poder ideológico, social, administrativo y, por supuesto, económico de la depresión rondeña. La aparición de elementos materiales con iconografía cristiana en algunas de las grandes villae: Vizcondesa, Cupil, Indiana, Lagar de Peinado y el propio casco urbano de Ronda, permiten suponer que ya en el siglo V la ciudad de Acinipo ha perdido, y para siempre, la representación real y simbólica de la cabecera de la comarca.

Conjunto Histórico de Ronda

La ciudad de Ronda, y concretamente su zona histórica (barrios de La Ciudad, San Francisco y Padre Jesús), comporta en sí misma el más importante yacimiento arqueológico de la comarca, y el que mayor información ha aportado. Los trabajos desarrollados en ella desde 1984 por un equipo de personas más o menos estable, ha supuesto un nivel de conocimiento bastante aproximado sobre la evolución del asentamiento, que se va enriqueciendo año tras año. En la actualidad, el Museo de Ronda, desde el Servicio Municipal de Arqueología activado a través de la Oficina Técnica de Arqueología Municipal conveniada con la Consejería de Cultura, es el que centraliza las intervenciones arqueológicas en la ciudad, dando continuidad así al proyecto de investigación sobre la misma que permite, al mismo tiempo, actualizar la información contenida en la Carta Arqueológica Municipal.